Una parodia complementaria para todo lector crítico del blog del Señor de la Cigoña.

domingo, 11 de septiembre de 2011

11-09-2011 Todo tiene la misma causa (y III)



Parece que termina la relación de artículos dedicados a la causa general de la Iglesia posconciliar. El caso es que parece que se impone el sentido común y en el nido no se puede ignorar la causa primera. Al menos eso es lo que parece desprenderse del cierre de este "y III":

El Papa, los obispos, los superiores religiosos están para algo. A ver si se les nota. Y el defecto no está en el escalón superior sino en los siguientes. No pocos de los que los ocupan deberían hacer algo para justificar el cargo y hasta el sueldo.    

Si a esto añadimos lo que acabábamos de publicar ayer sobre la causa a la que hay que apuntar en vez de tanto crotorar y comparamos nuestro texto: "Una curia muy falta de santos varones y llena de eficientes acomodados que hoy día sigue mostrándose como la piedra de tropiezo de toda ansia de reforma" pues podríamos hasta decir que la Cigüeña nos ha leído y ha tomado nota de que hay que apuntar a las causas en lugar de confundir a la gente con lo que son meras consecuencias y efectos de las mismas. Aunque sabemos que casi todo el que se pone a leer la causa general no duda en echar una mirada a los relatos y fotos morbosas, confundir la causa general con esos relatos y fotos es un auténtico insulto a la justicia y es hora de que todos digan esto alto y claro. No se pueden levantar tronos a las causas y cadalsos a las conciencias.


En cualquier caso es una alegría que entre tanta cagada aparezca una poca de claridad. Cuando todos compartan esa claridad y la pongan en claro en lugar de jugar a las quinielas electorales corruptocuriales pues se habría avanzado un paso. Pero no soñemos despiertos. Esto son los típicos excesos a los que nos tienen acostumbrados los conservadores más que un deseo efectivo de denunciar la situación para que se aplique la reforma tan necesaria. Si no me equivoco, pronto volveremos a ver al cicornio dirigirse a lo fenoménico, lo accidental y a seguir crotorando con mucha gravedad para confusión de los fieles mientras el atrio del templo sigue quedando cada vez más guarro. Esto también tiene su causa, pero ya la trataremos otro día.

M.D.

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