Una parodia complementaria para todo lector crítico del blog del Señor de la Cigoña.

sábado, 27 de agosto de 2011

25-08-11 Hoy hace siete años que murió Don Marcelo




Abrimos el blog con el recuerdo que nos hace la cigüeña de este entrañable obispo. Mártir de su clero en Barcelona; adorado y también temido por su clero en Toledo, ha sido toda una figura que enlaza muy bien con la gran serie de primados de España que se inciara con San Julián de Toledo allá a finales del siglo VII antes de que los "árabes" dominaran la tierra.


Nada tenemos que añadir a esa emotiva carta del obispo de Tarrasa, pero sí tenemos que decir algo de la "cagadita" de la Cigueña que la abre:

Nada mejor para evocar la memoria de la gran figura de la Iglesia española en la segunda mitad del siglo XX que hablar del Seminario de Don Marcelo. A rebosar cuando todos se vaciaban.

Querida Cigueña, hace siete años que murió don Marcelo, pero igual llevas años sin enterarte que Don Marcelo no tenía un seminario lleno sólo por su buen hacer, sino que lo llenó, en parte, a costa del resto de los seminarios de España, o sea: que el suyo recopilaba a los seminaristas de otros lados que pretendían formarse mejor que en sus propias diócesis y así contribuía también a vaciarlos, cosa que es más que obvia.

El llenado del seminario era propiciado por la labor de tantos buenos sacerdotes que promovían las vocaciones desde el confesionario y las animaban a "escapar" de sus diócesis y marcharse al exilio. O sea, el seminario de Don Marcelo se llenó a base de actos de desobediencia y rebeldía ante los ordinarios locales en la esperanza de poder volverse luego a sus propias diócesis por la puerta de atrás. Por aquel entonces también muchos "marchaban" a formarse a otros lados, siendo el otro sitio lo que hoy es el colegio eclesiástico internacional Bidasoa, del Opus Dei, en Pamplona junto a la Universidad de Navarra, donde en un principio algunos también entraban en rebeldía a su diócesis encontrándose luego con necesidad de encontrar un obispo que los amparara.

Esta rebeldía al ordinario local es algo que hoy escandalizaría a muchos si alguien la planteara de nuevo tal cual. Incluso podrían llamarla los más neocones de los neocones un acto cismático. En la mejor de las Iglesias posibles en la que vivimos hoy, sería pecado sólo el pensar eso: que alguien puede pasar del propio obispo porque desconfía de que sea católico.

Con esta clave, ya se explicarán los comentadores los motivos profundos por los que Don Marcelo no encuentra promoción a los altares. Se opuso a sus hermanos de episcopado amparando la desobediencia a los mismos lo cual dejaría en muy mal lugar a los obispos de entonces y a tantos sacerdotes que hoy siguen rigiendo los destinos de las diócesis de aquellos "malos" obispos de los que fueron cargos de confianza. Aparte tuvo otro pecado mayor: a mor de oficial los funerales de Franco, se opuso a la Constitución y la señaló como defectuosa siendo considerado, en la línea antidemocrática y anticonstitucional de Monseñor José Guerra Campos. Un motivo más formal, podría ser porque simplemente no tiene fama de santidad constatable a pesar de su gran peso y personalidad ecleisal, que es la condición indispensable para poder abrir un proceso.

M.D.

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